Fue de esta manera como después de cuatro horas en auto hasta esta provincia y un recorrido en piragua atravesando el Río Chucunaque, como llegamos al sector de Lajas Blancas, el albergue más poblado, con alrededor de 750 migrantes de Angola, Bangladesh, Camerún, Congo, Cuba, Haití, Nepal, Pakistán y Senegal.

Los extranjeros que ahí han estado esperando por más de tres días para seguir con su recorrido explicaron que necesitan que las autoridades correspondientes agilicen los procesos para poder continuar su trayecto hasta el Norte.

“Nosotros no queremos quedarnos aquí, lo que queremos es seguir, pero nos retienen por muchos días. No comemos bien porque ya no tenemos dinero y nuestras mujeres y niños están sufriendo las consecuencias”, explicaba uno de los pocos migrantes que hablaba español.

Ante esta situación el Defensor del Pueblo se reunió con el personal del Senafront que se encontraba encargado del área, ellos manifestaron que tratan de darle todo el apoyo humanitario necesario, pero solo se les ha dado la orden de trasladar a 100 migrantes diariamente.

“La situación es de gravedad y envergadura. Evidentemente requiere de una respuesta integral regional, porque este flujo proviene de países de  Sudamérica, países con los que estoy seguro se están haciendo algunas diligencias diplomáticas, pero considero que las mismas deberían apresurarse y profundizarse de modo tal que se sepa la frecuencia y magnitud de ese flujo para poder atenderlo de la manera adecuada”, manifestó Castillero.

Pero las quejas no provienen nada más de los migrantes, para algunos de los 450 residentes de Lajas Blancas esta situación se ha convertido en un grave problema, así lo manifestó su dirigente Eufemio Guaseruca, “nosotroslos acogimos con sensibilidad (a los migrantes), inicialmente cuando el flujo era menor nos convenía desde el punto  de vista comercial y económico, pero ahora mismoes un flujo que no podemos manejar. La verdad tenemos miedo”, aseguró.

Ante esta situación Castillero Hoyos precisó que “Residentes y migrantes tienen un interés común, permitir que estos últimos sigan su camino lo más pronto posible y que mientras estén aquí sean tratados de la manera más humanitaria que se pueda”.

El recorrido continuó por Peñita, Mas Di y Nicanor, encontrándonos así con los mismos problemas en cada uno de ellos, entre los que destacan: la falta de insumos médicos, alimentación e instalaciones adecuadas para desarrollar sus necesidades fisiológicas. Según Castillero la situación es la de un desbordamiento de la capacidad del Estado y de la comunidad para atender la situación humanitaria que ahí se vive.

“Hemos visto mujeres embarazadas con piernas hinchadas fruto del recorrido que hicieron, personas que han perdido las uñas, con heridas abiertas, hay todo tipo de infecciones gastrointestinales, respiratorias, urinarias y de la piel; que se ven a simple vista y a las que no se les puede dar atención médica, no porque no se quiera, sino porque en los campamentos se agotaron los insumos necesarios”, acotó Castillero.

El Defensor del Pueblo concluyó diciendo que lo más importante es la agilización migratoria para que el flujo sea más rápido y más digno. “Ellos no quieren perjudicar a la población panameña, ellos solo quieren seguir su camino”.

Ante esta situación, el personal de Sinaproc aclaró que el proceso es lento ya que en la frontera con Costa Rica solo se les permite trasladar a 100 migrantes por día, haciendo esto que la situación en Panamá se agrave.

Después de haber escuchado las quejas y versiones tanto de los migrantes, residentes del área e instituciones encargadas, la Defensoría del Pueblo realizará recomendaciones, canalizará solicitudes de la comunidad y hará incidencia nacional e internacional para influir en la atención humanitaria de este problema.

FUENTE: Defensoría del Pueblo de la República de Panamá

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