¿Qué sucede en Europa y fuera de ella para que surjan con fuerza movimientos populistas? ¿Por qué el populismo?
La Europa de la posguerra, la Europa destrozada y diezmada por las dos grandes guerras resolvió crear una comunidad, primero de carácter económico, entre quienes habían sido los dos más grandes adversarios, que con el devenir del tiempo daría lugar a una comunidad de naciones unidas por objetivos de paz, democracia y de defensa de derechos humanos: la Unión Europea.
Esta Unión Europea es el mayor proyecto internacional de paz de todo el siglo XX. Es el ambicioso proyecto de constituir una comunidad civilizadora, ilustrada, basada en un código de valores que respeta los derechos humanos, que cree en la igualdad de oportunidades; es un proyecto de sociedad abierta, donde las identidades pueden ser múltiples, regido por el menos malo de todos los sistemas políticos: la democracia representativa.
Este sistema político puede y debe ser revisado constantemente, permite cambiar lo que no funciona o ha constituido un error porque las garantías de la democracia sobreviven, los derechos subsisten, las libertades no retroceden y las alternancias en los gobiernos garantizan la no existencia de caudillajes.
Y sin embargo, en la última década, se extienden movimientos de ciudadanos insatisfechos con sus circunstancias y con las instituciones existentes que les gobiernan. Son movimientos que apelan a sentimientos y a emociones, que afirman que existen otras maneras de representar mejor al pueblo, y que quieren vivir en una sociedad mucho más limitada, más cerrada; que prefieren el aislamiento a la apertura, que prefieren lo ya conocido a lo que pueda venir; que afirman poseer el talismán de la felicidad y que ellos si son la auténtica representación del pueblo.
Estos movimientos que preocupan a quienes han (o hemos) luchado por sistemas democráticos que son los mayores garantes de los derechos humanos: del derecho a la vida, del derecho a la presunción de inocencia, de la libertad de expresión…del derecho a un juicio justo…del derecho a la dignidad de la persona… no pueden ignorarse o ser infravalorados.
Como estamos en Cataluña mencionaré a un ilustre profesor de derecho constitucional catalán, Francesc de Carreras, que escribe “el populismo es una degeneración progresiva de la democracia misma y, si llega a ganar unas elecciones, siempre intenta hacerse con todo el poder del Estado y cambiar las reglas del juego político para instaurar un sistema distinto que, probablemente, ya no pueda ser denominado democrático”.
En estas circunstancias, ante estos movimientos y estas regresiones de derechos (como dice el enunciado de estas jornadas) los Defensores y Comisionados de Derechos
Humanos tenemos autoridad para controlar decisiones o acciones de los poderes públicos, para denunciar la vulneración de derechos, para defender los de aquellos que hoy son perseguidos por razón de raza, de religión o de creencias, por la guerra que destroza su país desde hace años o por los abusos de dirigentes despóticos que hacen imposible la vida a mujeres, hombres y niños.
Los no derechos, las huidas de los horrores en medios misérrimos, peligrosos y controlados por mafias son vistos a diario. Europa no puede cerrar los ojos ni las fronteras a estos hechos. Y nosotros, los defensores existimos como tales para hacer oír nuestras voces, aunque resulten molestas o incómodas. Nuestro oficio no son las felicitaciones ni las celebraciones. Lo nuestro es recordar, a diario, lo que queda por hacer para que a otros no les falte aquello que los países más avanzados hemos logrado, y los bienes, derechos y libertades de las que disfrutamos.
Fuente: Defensoria del Pueblo de España