TRANSCRIPCIÓN DE PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO (CDHCM), NASHIELI RAMÍREZ HERNÁNDEZ, EN LA INAUGURACIÓN DEL XXVI CONGRESO DE LA FEDERACIÓN IBEROAMERICANA DEL OMBUDSPERSON (FIO) “LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS Y LA GARANTÍA DE DERECHOS DE LAS PERSONAS EN IGUALDAD.
Bienvenidas todas, todos y todes, a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; para este Organismo Público de Protección de Derechos Humanos es un orgullo y un gran regocijo recibirles en ésta, su casa.
Agradecida con quienes me acompañan en el presídium; nos sentimos muy honradas de ser quienes estamos hospedando los trabajos del Congreso de la Federación Iberoamericana del Ombudsperson, con un tema por demás relevante: Los organismos de derechos humanos y la garantía de derechos de las personas en igualdad. Del enfoque de vulnerabilidad a la perspectiva de atención prioritaria.
Tenemos el enorme gusto de recibir a 49 personas titulares de Organismos Públicos de Derechos Humanos, locales y nacionales, provenientes de 21 de los 22 países, que actualmente integran la Federación Iberoamericana del Ombudsperson: Andorra, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, Venezuela y México.
Se suma el gusto de contar con la presencia, como observadores, de representantes de Taiwán: muy, muy bienvenidos.
Bienvenidas las 150 personas que nos visitan presencialmente, y a quienes se suman desde la virtualidad, para participar durante estas tres jornadas de encuentro, construcción, reflexión compartida y celebración.
Hace casi 20 años que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas adoptó, en 1993, los Principios de París, relativos al Estatuto y Funcionamiento de las Instituciones Nacionales de Protección y Promoción de los Derechos Humanos; éstos sentaron un piso mínimo de diseño institucional y orgánico para impulsar a los organismos encargados de garantizar la aplicación efectiva de las normas de derechos humanos en los países.
Fijaron los elementos para acompañar a las víctimas de la violación de éstos, desde el reconocimiento de su condición, el viraje de la identificación de la responsabilidad y el camino para la reparación del daño.
Los Principios de París blindaron en papel y respaldaron, desde la Comunidad Internacional, a cada Organismo naciente en los países, para que contaran con infraestructura adecuada, fondos suficientes, autonomía, procedimientos de investigación y atención para las víctimas, y para la construcción amistosa de los acuerdos con las autoridades, así como el respaldo para la formulación de Recomendaciones.
No todos los Organismos se encuentran consolidados con todos los elementos de forma ideal; sin embargo, el piso fijado es una base de exigibilidad entre éstos y sus Estados.
Casi 20 años después, las instituciones del Ombudsperson cuentan con años de experiencia y -como es el caso de México- cumplen su papel dentro de marcos constitucionales renovados, acordes con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH).
Ahora estamos en otro escenario: avanzamos otro peldaño y tenemos, ciertamente, retos importantes por afrontar.
A 18 años de la adopción de los Principios de París, los Principios de Venecia, conciliados desde la Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho (Comisión de Venecia), dan cuenta de la evolución de las instituciones independientes de protección de derechos humanos: el Concierto de Naciones participó de un nuevo encuentro, en el ánimo por continuar, fortalecerse y adaptarse.
Ahora, a diferencia de hace 30 años, los Principios de Venecia reconocen la participación de más de 140 Defensorías del Pueblo.
Sumado a ello, es de gran relevancia enfatizar que, los Principios de Venecia trascienden la mirada nacional para reconocer el importante papel de las instituciones locales independientes de protección de derechos humanos, consolidadas en el territorio nacional para atender y acompañar las expresiones locales de las problemáticas globales que impactan, día con día, los derechos humanos colectivos e individuales. Reconocen su adaptabilidad y aceptabilidad en términos de la pertinencia cultural y de proximidad para la satisfacción de derechos y respuesta inmediata a las personas.
Asimismo, los Principios de Venecia aciertan en reconocer el papel de las personas defensoras de derechos humanos y su labor fundamental en esos territorios.
A ello se suma el pujante reconocimiento que tiene el Derecho Humano de las personas a la Buena Administración Pública, y el llamado que tienen los Organismos Protectores de Derechos Humanos nacionales y locales en asegurar que ese Derecho se cumpla, para una gobernanza alineada con los principios rectores y fines de los derechos humanos.
Los Principios de Venecia parten de la importante base fijada por los Principios de París, reconocen la evolución de las instituciones protectores de derechos humanos, su proceso de consolidación democrática y colocan peldaños más para continuar.
El siguiente paso, es la consolidación de la madurez democrática, para reconocer que en los periodos de dificultad y grandes retos para todos los gobiernos, los Organismos estamos para reiterar que los derechos humanos no pueden ser comprometidos, que no debe haber atajo que excluya o exceptúe de su cumplimiento, por grande que sea el reto global que enfrentemos.
Este compromiso debe de traducirse en la utilidad práctica para las personas y la conflictividad que atraviesan: es ése el indicador.
Los Organismos Públicos de Protección de Derechos Humanos estamos para evitar los retrocesos en la calidad de ejercicio de los derechos humanos, para motivar su progresividad y para lanzar lejos la guía hacia el efectivo acceso a la justicia para las personas, para las comunidades, con las herramientas no jurisdiccionales de las que estamos dotados. Somos parte del Estado, del sistema de pesos y contrapesos, motivamos el Control de Constitucionalidad, somos cercanos a las personas y nos debemos a ellas para el mejor uso de los recursos con los que contamos.
Los trabajos que estamos convocados a realizar durante estos días, y las reflexiones que espero compartamos, nos invitan a ponderar el nuevo escalón del que partimos y el momento frente al cual nos encontramos.
La evolución del Sistema No Jurisdiccional de Protección de Derechos Humanos, los retos a los que nos enfrentamos y la necesidad de afrontarlos desde nuestro nivel de competencia, local, nacional, regional e internacional, nos llaman a la construcción de redes que tejan hermandades institucionales en esos ámbitos.
Tejamos redes sólidas, congruentes, adaptables y resilientes para la solidaridad, para el respaldo de las personas y comunidades a las que nos debemos; sumemos miradas y herramienta para fortalecernos ante la precariedad innata de la condición humana; diseñemos estrategias e institucionalidad para asumir esa condición generalizada, en lugar de depositarla en algunos grupos.
Reitero mi agradecimiento, por su visita y participación activa en estas jornadas.
Reitero también, con alegría, la bienvenida a este país y a esta Ciudad, que les recibe con los brazos, los corazones y las mentes abiertas para la construcción de posibilidades, que se requieren para el ejercicio de los derechos humanos de todas las personas, especialmente aquellas a las que la discriminación estructural ha excluido históricamente, y a las que debemos nuestra atención prioritaria para la satisfacción de sus derechos.
Y permítanme concluir, con un fragmento de El derecho al delirio, de Eduardo Galeano:
¿Qué tal si deliramos por un ratito?
¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
La comida no será una mercancía ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos.
Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.
Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar.
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importe ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.
Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses.
Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.
Muchas gracias.